31.3.08

Sublimar

Del péndulo en vaivén
tres monedas caen
caen y ruedan
hasta el alba
albura de alba donde
el río de Heráclito baña
la caracola rosa
novia besada
en el instante de aire
cuando un colibrí
acopia polen al oído
y los estambres
fecundan labios, porque
en aires del instante
giro de colibrí alguien
roza la boca
amada en la palabra
beso besado
(álamos hablan)
en tanto allá lejos
sordomuda la nieve lee
antiguo palimpsesto
en alta voz que irradia
blanca sobre blanco
desde lo blanco hacia
tres monedas de luz
sorbidas
por el vaivén de un péndulo.

de Cristina Berbari, Buenos Aires, Argentina
Poema contenido en su poemario bilingüe “Rosas en vuelo”.

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Mocc


Curioso sedimento éste
en que la última señal confunde
y fósiles
se adueñan de la voz,
                 del mármol de la mesa,
                 de las cuidadas huellas.

Cómo medir los restos
si aquel que agrietó su mano se consume
y siguen creciendo los erizos,
                          muecas despiadadas
que despojan
los suelos que nos quedan.


de Lina Caffarello, Buenos Aires, Argentina
Poema incluido en la revista cultural “Lilith” Nº 10.

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30.3.08

Después de escrito

Después de escribir el poema
algo queda:
el esbozo de una vanidad
una sombra entre el espejo

Una satisfacción similar
a la de atrapar una libélula con las manos
Algo queda:
el aroma de la idea

Después de escrito
podemos ver televisión
y hasta dormir
sin que nos desvele la huida del poema
su partida hacia otros territorios y personajes

Enjaulado el poemaçes un habitante de la cueva
que asoma sus ojos por entre la piedra
algunos lectores lo miran sin consuelo
pocos regresan con víveres y amenazas

Después de escrito
lo leemos varias veces
para entreleer lo que no está escrito
lo que creemos es un mensaje en clave
que brilla al poema

Después de escrito el poema
se hace amargo el oficio.

de Carlos Enrique Pachón García, Villavicencio, Colombia
Texto seleccionado por “Alhucema” para su “Antología de la poesía colombiana actual” (Granada- España).

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23.3.08

Abro los ojos

"Gracias a la vida"
Violeta Parra


Abro los ojos y tengo la mañana con árboles que ofrecen
el canto de avecillas vulgares,
camino esta ciudad y no falta quien me ensaye
su ritual del saludo,
disfruto la perniciosa estancia del cigarro entre mis dedos
y la eterna novedad que le brinda la lluvia a los contornos.
Instruida en la epidermis de las nociones
he llegado a suponer un mundo lleno de honduras y matices
que gozo en el estupor de lo imposible y la esperanza.

Nadie escoge el linaje de su cuerpo;
hasta aquí me trajeron los meandros de la sangre,
las nocturnas casualidades de mis antepasados,
y debo agradecerles esta herencia
que me da en propiedad una parcela
sitiada por el tiempo.

de Mireya Piñeiro, Guantánamo, Cuba
Texto que integra el libro: Selección Poética “Mujer adentro”, Instituto Cubano del Libro, Ed.Oriente.
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Lineal

Una línea
has trazado
distinta
de los garabatos
que haces
al hablar por teléfono

dentro de un caos
gobernable aún
o más aquí
de lo desmesurado

es perfecta
¿es perfecta?

tú que tienes recuerdo
palpa el camino
de tu lápiz ahora

no desplomes
tu gesto en esa página
no te abismes por hoy.

de José Emilio Tallarico, Buenos Aires, Argentina
Poema incluido en la publicación “La Hoja Carmín”.

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Los riesgos del azar

Con rigurosa
precisión la rutina
ubica cada cosa
en su lugar
-muebles, libros,
papeles inconexos-
y distribuye
en mínimos espacios
la dispersa amplitud
de las indecisiones.

Sólo escapan
a su opresivo ordenamiento
las ventanas abiertas
hacia el cielo.
Única altura
inabarcable
donde irrumpen
inesperadamente
los riesgos del azar
y de lo insólito.

de Nélida Salvador, San Rafael, Mendoza, Argentina
Poema de su libro ”De plantas y espejismos”.

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22.3.08

"Ventanas" - Reseña de Lina Caffarello

Reseña de "Ventanas",
libro de Magdalena D’Onofrio,

poemas, La Luna Que, Buenos Aires.

Magdalena D’Onofrio inicia este libro con una cita de Lionel Ray: “El perfil de un camino en la noche./ Es la hora simple. Se ve una ventana / abrirse inmensamente.”
El poema que sigue a continuación y le da el título a la obra es, precisamente, “Ventanas”, y comienza anunciando: Cuando él murió / se cerraron todas las ventanas,/ las de la noche / las del día / las que traslucían la luz,/ las aterciopeladas. Al avanzar en el texto, la poeta señala que hubo ventanas que se convirtieron en muros,/ en puños, aunque también advierte que se abrieron otras y otras.

A partir de allí se suceden otros siete poemas enumerados bajo el mismo nombre, que rematan con “La ventana de todas las noches”: Mas la ventana / como un ombligo profundo / esconde su vida, los besos / la cara de los muertos / el puño cerrado / la esperanza.

De esta manera, la autora despliega un abanico que va creciendo con el desarrollo de los textos que prosiguen, donde los poemas comienzan a volcar la mirada hacia el interior y el exterior de las ventanas con el propósito de establecer un corte con el pasado: Ella escribe una carta de despedida / una carta que dice: me voy. Sin embargo, no logra resolverlo en el presente: Alguien se despide / Vuelve / con los labios de la infancia./ El rincón del sol está intacto / aun en el sombrío tiempo. Tal vez porque prevalece la conciencia de que En el ángulo de un patio / el sol se arrincona y abre / sin saberlo / un camino interminable.

Así, nostálgica y progresivamente, las ventanas se abren a patios, árboles, pájaros, mar… Agotan los recursos y se van humanizando para adentrarse en reflexiones sobre la casa que las abarca, lo que produce una simbiosis que alterna el lirismo de las imágenes con las emociones de la poeta. Ella teme: Me espera un extraño / antiguo dios bifronte / en el secreto de una casa / en los pasos de una mujer / errática / sin sepultura. Se desconoce: ¿En qué tiempo estoy viviendo / mientras camino silenciosa / por el estrecho corredor de una casa?.

Magdalena D’Onofrio, quien cursó la carrera de Letras en la UBA, participó de diversas antologías y, además, ha publicado “Trabajo de realidad” (1963) y “El pequeño trabajo” (1982). En el presente libro nos habla del ensimismamiento de la memoria y de la soledad, y ya desde el principio nos introduce en cierta simbología que va moldeando en torno a las ventanas, protagonistas e intermediarias a la vez en la construcción de esta red. Y es que mediante ellas la autora se metaforiza en una transición que intenta interpretar la profunda realidad de la esencia humana.

por Lina Caffarello para la Revista de Literatura "Tamaño Oficio" Nº 31.
http://gema.com.ar/toficio/
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15.3.08

Esa chica flaca...

Esa chica flaca con el palito en la tierra,
no escribe su nombre.
Escribe lanza, cielo, viento, escribe gato.
En los canteros de la calle en su ciudad
o en esos pueblos de la provincia de Buenos Aires
donde la vida se aprende de memoria,
donde los tíos encienden las luciérnagas
en la galería asomada al verano cerca del membrillar.

Más cerca del mundo,
quiero estar más cerca del mundo y contar un cuento
imposible de contar.

Los trenes interceptan los días como un ritual de paso
y el viaje se instala en su vida como destino
(no sólo como deseo).
El viaje para correrse de sí misma, el viaje
para encontrarse.
Allí donde el dolor no se anestesia sino que se pinta
de amarillo (como aquella luna de Chamical)
o se fuma, como tabaco de hoja, junto a un botero
que pregunta por el frío.

Esa chica flaca, de ojos agrisados por la llanura,
mira cómo la tierra cubre sus zapatos blancos
y también sus historias.
Palabra sobre palabra, serán guardadas en la garganta,
inmóviles, definidas, hasta que escampe el sueño.

de Paulina Vínderman, Buenos Aires, Argentina
Poema seleccionado por "Fijando vértigos" para su "Antología de poetas argentinos".
www.paulinavinderman.com.ar
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XXIII


el sabor verde de la lluvia
viste el día de nostalgias.
el viento empuja un pez de nácar
a través del ojo de una nube.
y una cascada de triste locura
se desliza por los mudos cristales
sobre el rumor de días idénticos.

de Silvia Loustau, Mar del Plata, Argentina
http://www.silvialoustau.blogspot.com/
Tel: 54-223-495-85 38
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Breve poema de amor

Vos sabés que yo
vengo de la melancolía a la melancolía
que confundo todos los lugares
la Plaza del Zócalo
con el Parque Ula Ula
el Danubio con el Lempa
a los niños andaluces con los de Panchimalco
la torre de París
con las de electricidad que daban frente a mi casa
allá en San Martín
cerca de Suchitoto


la verdad es que lo confundo todo
hasta el color de tu pelo
con la espesa oscuridad de los cafetales.

de Carlos Ernesto García, nacido en El Salvador reside en Barcelona, España
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8.3.08

Por magro patrimonio

Alguien tararea al mar
y dice que el mar es mar.

¡Adiós, pequeño mago!

Dulce lluvia del adiós.
Agua de cristalitos
brilla en tus mejillas.

Al globo asido al palo
por magro patrimonio,
como último pájaro en
vacilante reposo.

Resplandores humanos.
Saetas, ¿refugio?

Míralo. Congelado;
aún brota por dentro.

de Eva Ayzenberg, Buenos Aires, Arg.

http://poesiaypensar.blogspot.com/

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7.3.08

Límites

Quiero escribir el poema del límite
dentro de límites concebibles.
Cómo decir hasta aquí llega el viento y
comienza su contrario,
sin artificios que dispongan la exactitud.

Quiero decir,
aún el espejo con su afán de duplicar
sabe sus límites y el reloj,
esa especie de ficción donde parece converger
el límite
entre lo concreto y lo fugaz,
entre lo eterno y lo finito.

Pero hay límites que escapan
y son tangibles como el beso de los niños
como manos que develan lo desconocido
pies que saben el sitio justo de llegar
pisando hojas y restos de amor
o el sitio donde estar ya no es posible.

Son límites que existen
antes del beso,
antes que las leyes del ciclo de la vida,
que no están en la palabra
y pretender asirlos es reinventar a Dios
es hacerse Dios.

Hoy he soñado que los límites son parabanes
de humo
y he vuelto a los orígenes,
antes que Eva y Adán mordieran la manzana.

de Mirna Figueredo Silva, Palma Soriano, Cuba
De su poemario "Eclesiastés de la Eva".

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Milagro

“ángeles bellos como cuchillos
que se elevan en la noche/ y devastan la esperanza”
Prilutzky Farny

Doy vueltas en la casa. Me están creciendo, como callos emplumados, las alas.
No sé si serán de cuervo o de gaviota. Si servirán para volar o sólo me quebrarán el espinazo.
Parecen maltrechas. Como si pudiese esperar alguna otra cosa.
Dios (tú que sabes de estas triquiñuelas), no me vuelvas un ángel, un consolador de los que perdieron la fe (en caso de que existas), una imagen de estampitas, una maestra de jardín de infantes.
Dios, vuélveme caballo o alcornoque.
Pero no ángel.
O hazme llorar sangre como las vírgenes, que no otra cosa vengo llorando hace años.
O una mujer de sal. Si te sirve.
Pero no ángel. No estas alas encarnadas que se resisten a dejar su condición de huesos, de piel sudorosa, de pararrayos terrestre.
Hazme judas, si sirve a tu milagro
(yo también lo espero, te espero; llevo años puteando tu discreción y tu avaricia).
Pero no me hagas ángel.
Hay tantos pollos con hormonas y los niños buenos nunca llegan a nada. Salvo a maestros y lustrabotas.

Y no tengo fe. Se derretirá la cera cuando alcance tu diestra.
Caeré. Es cierto, también ya estoy caída.
Pero haré ruido, despertaré a los niños, los perros se darán cuenta que soy una intrusa, los gorriones comprenderán que soy una simuladora. Y estaré sola.
Estoy sola, es cierto.
Pero no creo en designios, Dios. No me des uno.
Que esto no sea más que una lumbalgia, la paranoia de la gripe aviar, un tumor benigno.
Abandóname, Dios.
Es que tengo tanto miedo.

de Mariana Rinesi, Corrientes, Argentina
Gentileza de la escritora y periodista María Laura Riba y de www.momarandu.com
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